El país resistió en 1991 un mal endémico que causó la muerte de 2909 peruanos, tal como lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ahora, que en pleno siglo XXI, nos enfrentamos a una pandemia, recordemos cómo era el país en los tiempos del cólera.
Corría el primer gobierno de Alberto Fujimori en 1990. Exactamente el verano de 1991, y el Vibrio cholerae (nombre científico de la bacteria) llegó al norte de Lima (Chancay), convirtiendo al Perú en el primer país de Latinoamérica afectado por este mal que se conocía en países donde crecía la extrema pobreza.
Pasado pocos meses, los demás países limítrofes reportaban también sus primeros casos. Previamente a la década de los 90, el país atravesaba carencias económicas, turbulencia política y la inversión en salud muy precaria, incluso peor que en estos tiempos del coronavirus.
El terrorismo había ocasionado las migraciones a Lima y otras ciudades de la costa y esto se reflejaba en los bajos niveles socioeconómicos en los que vivían muchos compatriotas. Una gran mayoría no tenía acceso al agua potable. Situación que sirvió como caldo de cultivo para exponer potencialmente al Perú al contagio del cólera, que empezó principalmente en la costa, luego saltó a la sierra y finalmente a la selva.
Es así como en nuestro país y en Latinoamérica, la principal causa de esta endemia se dispersó por el agua usada para la bebida y lavado de alimentos. La enfermedad se manifestaba a través de vómitos y diarreas causadas por infecciones. Esta situación era consecuencia del agua contaminada adquirida de camiones cisterna y arroyos infectados. En Lima Metropolitana entonces con más de seis millones de habitantes, un millón vivía en extrema pobreza y por ello compraban bidones de agua para subsistir.
Otra de las causas por las que el cólera se asentó en el Perú fue por la polución ambiental debido al rápido crecimiento demográfico en la ciudad. Los migrantes del campo llegaban a la capital por la búsqueda de empleo y al aumentar viviendas, algunas informales, los servicios sanitarios eran insuficientes.
Durante el brote de esta enfermedad se realizaron estudios, los cuales daban como resultado que muchos ciudadanos no tenían hábitos de higiene y el agua que proveía las municipalidades para sus distritos estaba contaminada por el desagüe y no purificada con la cantidad de cloro exigida. En casos peores, para la alimentación y cultivo, los habitantes utilizaban el agua que desembocaba del río Rímac, el cual abastecía a la provincia del Callao.
Durante el periodo en que duró la enfermedad en nuestro país, el gobierno tomó ciertas medidas, entre ellas, el aislamiento de peces y mariscos de consumo humano. Pues al no tener una razón certera de cómo el cólera llegó a Perú, el mar era el principal foco infeccioso debido a las sustancias (heces humanas) que se arrojaban allí. Áncash fue el departamento más perjudicado por esta enfermedad. Colapsaron los principales hospitales de Chimbote, llegando a atender 300 personas infectadas por día. Luego se fue esparciendo hacia la sierra, siendo Cajamarca el departamento con mayor mortandad del país debido a las tradiciones, que implicaban costumbres antihigiénicas.
La selva fue la última región a la que llegó el cólera, lo que permitió que el personal de salud estuviese mejor preparado y el tratamiento sea más eficaz. Para combatir esta enfermedad, el gobierno habilitó la atención gratuita para los enfermos y propusieron la terapia de rehidratación oral ya utilizada en otros países, como en la India. Se realizaron campañas para incentivar el lavado de manos, hervir el agua para el consumo, lavado de vegetales y otras alternativas, valiéndose de los distintos medios masivos de comunicación.